Biutiful, el primer estreno del director mejicano Alejandro González Iñárritu después de que se rompiera el tándem con el guionista Guillermo Arriaga, con el que firmó sus tres primeros largometrajes, se saldó en la 63 edición del Festival de Cannes con su primer triunfo, pese a no ganar la Palma de Oro. El actor Javier Bardem recibió la semana pasada el premio a la mejor interpretación por su papel como Uxbal, el descarriado protagonista de la cinta. El galardón lo compartió con Elio Germano por su trabajo en La nostra vita, de Daniele Luchetti. Además, la película, coproducida por Méjico y España, recibió una ovación de cerca de 10 minutos tras su estreno el pasado 17 de mayo.
Las expectativas ante el estreno de Biutiful eran muy elevadas como consecuencia del grado de exigencia marcado por las anteriores películas de Iñárritu, Amores perros, 21 gramos y Babel, que conformaban una trilogía de realismo desgarrado y ritmo trepidante marcada por el tema tan humano y al mismo tiempo tan inhumano de la muerte. La incógnita de Biutiful también radicaba en qué camino seguiría el director mejicano tras su ruptura con Guillermo Arriaga a causa de los enfrentamientos por la autoría de las tres exitosas películas.
En efecto, en Biutiful se producen cambios narrativos sensibles. Del collage de protagonistas y de historias paralelas al que Iñárritu nos tenía acostumbrados, la nueva película opta por centrarse en Uxbal, un ex yonqui inmerso en el tráfico ilegal de mano de obra barata que tiene que criar a sus hijos mientras la vida se le va escapando por culpa de una devastadora metástasis. El protagonismo acumulado por este personaje decadente y sin rumbo, que no da pie a una obra coral, facilita también una estructura narrativa lineal que se aleja del ritmo arriesgado y en ocasiones desconcertante de la trilogía de la muerte.
Además, si en Babel Iñárritu y Arriaga querían plasmar el mundo globalizado a través de una narración de historias entrelazadas que ocurrían en lugares tan dispersos del mapa como Méjico, Tokio y Marruecos, esta vez el argumento tiene lugar en una Barcelona alejada de los flashes y de la cara amable de las obras de Gaudí. Iñárritu muestra una Barcelona diferente en la que su protagonista no es seguidor del Barça sino del Espanyol.
A la espera de que Biutiful llegue a los cines de España, falta ver si la nueva película será capaz de igualar a sus predecesoras en cuanto a originalidad, impacto y éxito tanto de premios como de crítica. Sin ir más lejos, en 2007 Babel logró 7 nominaciones a los Óscar y finalmente se llevó el galardón a la mejor Banda Sonora.
A lo largo de su trayectoria, Iñárritu se ha erigido como un buen cronista de los tiempos caóticos y frágiles en los que vivimos, controlados más de lo que desearíamos por circunstancias y accidentes imprevisibles que nos arrastran al límite. El uso de una estructura no lineal, repleta de saltos en el tiempo, algo muy en solfa actualmente, se hace eco de este desorden generalizado. Las tragedias universales que cuentan sus películas tienen la virtud de hacerse palpables, casi vívidas, mediante un mosaico de historias pequeñas con los pies en el suelo que abren ventanas hacia la complejidad del mundo. La muerte, el amor, la venganza, los remordimientos, la esperanza, la injusticia, la globalización o la inmigración son los grandes temas de hoy y de siempre que Iñárritu lleva al límite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario