El pasado sábado 29, el Festival Internacional Cinema Jove dio el pistoletazo de salida a lo que será una semana llena de actividades y buen cine en la capital del Turia. Gainsbourg, un biopic del mayor icono francés de la música pop, fue la cinta encargada de abrir el festival. A ésta, le siguen muchas otras, dentro de la sección oficial de largometrajes y cortometrajes, pero también muchas otras proyecciones dentro de los ciclos especiales. Ayer, por ejemplo, pudimos ver a la gran artista Joana Quinn, una artesana en la era del 3D, que hizo una demostración de sus técnicas y proyectó sus cortometrajes animados. Además, asistimos al encuentro con la premiada Natasha Yarovenko, y visionamos una de las películas de la sección oficial, El fruto.
Natasha Yarovenko eclipsa Valencia
Las abrumadora belleza de la actriz ucraniana dejó anonadados a todos los que tuvieron la suerte de verla en persona. Después de recibir el premio “Un futuro de cine” en la gala de inauguración; el domingo, Natasha presentó su última película, Room in Rome, ante todos los asistentes. La última cinta de Julio Médem ha lanzado la carrera de la actriz afincada en Barcelona. Como bien explicó ayer en el encuentro con medios y público en el acogedor Punto del Carmen, la película de Médem la sacó de una encrucijada en la que estuvo a punto de dejar la interpretación. “Necesitaba respuestas para mi vida. Y me llamó Julio Médem”. ¡Gracias Julio por llamarla! Porque gracias a él, hemos descubierto a una gran actriz que quizás no había podido brillar lo suficiente todavía. Room in Rome nos ha servido, además de para emocionarnos con el buen cine, para conocer mejor a esta actriz. El premio “Un futuro de cine”, según el director del festival Rafa Maluenda, no trata de impulsar la carrera de jóvenes actores como muchas veces informan los medios, si no que, en palabras del propio Maluenda: “el impulso a las carreras, es el trabajo del propio actor o de la propia actriz en este caso. […] Lo que sí busca el premio, es ser un estímulo a actores que lógicamente, por su juventud, no tienen una carrera muy extensa todavía, pero que nos han llamado la atención con sus interpretaciones”. Sí, eso está claro, Natasha nos ha puesto a todos alerta de repente, porque esta chica va a dar mucho que hablar. Con deciros que un joven cineasta incluso se acercó a ella para darle un guión… Todos quieren trabajar con ella.
Pero empecemos por el principio. Natasha Yarovenko llegó ayer al Punto del Carmen con un vaporoso vestido y una gran sonrisa que dejó a muchos y muchas en estado de shock. Durante el encuentro, no dejó de mirar a todos y cada uno de los asistentes mientras hablaba. Allí, respondió amable a todas las preguntas que se le hicieron, entre flashes de cámaras que no parecían cesar. La actriz se mostró muy contenta con el premio, del que dijo que le vino en un momento de bajón, justo cuando había abandonado ya a su “niño”, la película, en la que sentía que ya no le quedaba nada por hacer. “Me siento muy feliz de haber emocionado a la gente”, confesó. Además, nos habló un poco de todo; de cómo empezó a actuar, del trabajo con Médem y la película, de sus nuevos proyectos, y del tipo de papeles que les gusta interpretar. Natasha afirmó que le encantaría hacer comedia, pero que su bagaje emocional, la hace saber cómo interpretar el drama porque también ha sufrido mucho.
Rafa Maluenda destacó el trabajo de Natasha en la película, que supo ponerse a la altura de una gran actriz y “aguantarle las réplicas” y estar a su altura. Room in Rome es una película en la que dos personajes se ponen el uno frente al otro y llevan todo el peso de la película, algo muy difícil de llevar, pero que estas dos grandes actrices logran de una manera extraordinaria. La ucraniana nos habló también del desgaste que supuso un rodaje tan íntimo e intenso. “La última semana estábamos muy agotadas emocionalmente. […] Al final de la película las emociones eran muy fuertes", dijo.
Sobre su director, Natasha habló maravillas. Algunas de sus frases fueron: “La clave fue su dirección”, “fue muy fácil trabajar con él”, "tenía ganas de interpretar para él. Cuanto más difícil era la escena, más lo necesitaba cerca de mi” o “realmente existe el universo Médem”. Además, nos contó que la escena más difícil de rodar, para ella, fue la que dan vueltas en la bañera, porque, aunque parezca muy bonito, era muy incómodo y Elena y ella acaban siempre con muchos moratones que las maquilladoras tenían que camuflar.
El fruto, el camino hacia la soledad
La sala Luís G. Berlanga del Edificio Rialto se llenó para ver el film de los jóvenes argentinos Miguel Baratta y Patricio Pomares. Un silencio sepulcral, como en el que vive Juan, el personaje; reinó en la sala durante toda la hora que duró la proyección. El fruto es, según los realizadores, “un drama rural” en el que seguimos el viaje de Juan, a veces un poco lento, pero que trata de ser fidedigno con las vidas de los habitantes de Carlos Keen. Esta vida llena de creencias populares y ritos, en un lugar en el que parece que no pasa nada, se refleja en la cinta. Juan, como bien explicaron sus realizadores, puede estar horas y horas sin hablar con alguien; y así lo vemos en El fruto.
La fotografía y la composición de bellos planos que conforman casi una obra de arte, cobran especial importancia durante esos momentos de prolongado silencio. Bueno, silencio parcial, ya que el ambiente rural lo tenemos presente a lo largo de la obra. Ese vacío que dejan las conversaciones y que se trata de llenar con el refuerzo del sonido ambiente, es quizás lo más criticable de la cinta. Personalmente, creo que se ha reforzado en exceso dicho sonido para adentrarnos en el paraje y tal vez no hiciese falta; y mucho menos cuando tenían lugar algunas de las pocas conversaciones.
Los jóvenes directores se mostraron receptivos durante la charla con el público y explicaron sus experiencias en aquel poblado. También nos confirmaron que los personajes no eran actores, si no los propios habitantes del pueblo, de los cuales nos contaron que tenían un concepto muy diferente al nuestro sobre la muerte. Además, nos explicaron numerosas anécdotas como la de un personaje que tuvo que ser interpretado por el “borracho del pueblo”, pero que al final consiguió hacer lo que se le pidió. Según ellos, el compromiso verbal de los habitantes del pueblo tenía una gran importancia, y si se les citaba a determinada hora; ellos estaban allí tal y como se les había dicho. Por lo tanto, es imposible desligar la película del lugar filmado y sus habitantes, por lo que se convierte en un “entrecruzamiento entre la ficción y el documental”, según los realizadores.
Cinema Jove sigue hoy en Valencia, como muchas más actividades y proyecciones sobre las que os iremos hablando. Sentimos no poderos informar de todas, pero hay tantos eventos que tienen lugar a la vez, que nos es imposible poder asistir a todo.
una crónica molt bona
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