Emotiva, sin caer en la lágrima fácil; cómica, sin caer en la parodia ofensiva. Así es Yo, también (2009). Una gran actriz que cada vez logra sorprendernos más, Lola Dueñas, acompaña a la gran revelación, Pablo Pineda. Unos secundarios buen puestos y sin caer en la sobreactuación, pese a lo difícil que debió ser su dirección. Una película que trata de modernizarse con su realización (voluntariamente) descuidada en cuanto a movimientos de cámara y focalización. Una recomendación para aquellos que les guste el cine español y una temática que vas más allá de contar simplemente nuestras miserias, ya que narra una miseria universal con un atisbo de esperanza a partir de un final, tal vez demasiado edulcorado.
Yo, también es una película sobre la amistad y el amor, con todo el consecuente sufrimiento que esto conlleva. Pero lo diferente aquí, reside en el hecho de que uno de los dos polos, una de las dos partes de la pareja; es un chico con Síndrome de Down. Bueno, chico de 34 años que, cómo él dice, ya es un hombre. ¿Y qué más pasa aquí? Pues que no somos tan abiertos de mente como creemos y por muy trabajador social que seamos; tenemos todavía muchos prejuicios. A partir de ahí, la historia transcurre sin mucho más que contar. Problemas del pasado que atormentan al personaje de Lola Dueñas y un Pablo Pineda que lucha por ser “normal” a ojos de la sociedad. La inteligencia (tiene dos carreras) y perseverancia (que no es tanto un rasgo del personaje si no más bien del propio Pineda) de Pablo es la esperanza que brilla dentro de un mundo tan lleno de tristeza y desigualdad.
La historia, que como ya hemos dicho, es verdaderamente emotiva pese a que la trama es más predecible de lo que desearíamos; acaba convirtiéndose en una narración bastante original por la forma en qué está contada y por cómo la cuentan sus personajes. En primer lugar, si hablamos de la labor de los dos directores noveles, Álvaro Pastor, Antonio Naharro, no podemos hacer más que aplaudirles. La manera en que descuidan voluntariamente la cámara es verdaderamente útil a la hora de impregnar a la historia de un gran realismo. Además, jugar con el desenfoque le da un toque desenfadado que moderniza la obra y le da vida. Notable alto también para el montaje, que juega un papel fundamental para narrarnos el paso del tiempo.
Por otro lado, destacamos de nuevo la gran labor de los dos actores principales, tan galardonados por sus papeles. Cuando se presentó la película en la XIX edición del Festival de San Sebastián, ambos fueron galardonados como mejores actores. Pineda, muy limitado para próximos papeles, realiza un trabajo impecable y el espectador empieza a sentir un gran cariño por él desde los primeros minutos de la cinta. Lola Dueñas, brillante como siempre, puede hacer lo que quiera. Ya puede teñirse el pelo amarillo pollo, como volverse a poner morena; las sensaciones que esta mujer transmite con tan sólo su expresión facial son suficientes para contar una historia. Y los secundarios, muchos de ellos con Síndrome de Down, además de estar muy bien dirigidos; no caen tampoco en la sobre actuación si no que refuerzan la trama brillantemente. La historia de dos de ellos es especialmente encantadora, con una fuerza increíble que en ocasiones, llega incluso a superar a la narración principal.
Todos estos elementos se combinan bajo la perfectamente insertada música diseñada por Guille Milkyway, que ganó un Goya por este trabajo. Os dejamos con el tema principal de la película, con algunas imágenes de la película. Para ir abriendo boca.
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