Lo primero que llama la atención es el título del film, Mamut, que invita a pensar en cualquier cosa, puede que incluso en lo que es: una historia de historias, al más puro estilo Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006) aunque algo limitada, y no por eso menos válida; no pongamos los listones tan altos. La respuesta al por qué del título llega temprana, justo cuando entra en escena una pluma de 3.000 dólares hecha con huesos de mamut, todo un caprichoso despilfarro.
Quien recibe esta horterada de regalo es Gael García Bernal, que es Leo, un creador de una página web de gran éxito convertido en nuevo empresario sin alma de ello. Comparte reparto con Michelle Williams, que hace de Ellen, cirujana de profesión. Juntos forman una triunfadora pareja neoyorkina en este film, el primer trabajo en inglés del director sueco Lukas Moodysson (A hole in my heart, Container).
Una de las primeras cosas que se hacen evidentes en la historia es que, a pesar de tener unos trabajos que les permite un modo de vida más que cómodo, esta pareja de Nueva York no tiene tiempo para estar con su hija Jackie (Sophie Nyweide). Ésta, pasa la mayoría del tiempo con su niñera Filipina Gloria (Marife Necesito), que tiene una historia igual, pero distinta: vive a miles de quilómetros de sus hijos para poder trabajar y darles una buena vida.
Con estas premisas, y a caballo entre Filipinas, La gran manzana y Tailandia, arranca esta película que acaba convirtiéndose en una historia de “amor de madres” que terminarán dudando entre el tiempo y el dinero como piedra angular de la educación de sus hijos.
Como espectador resulta fácil acceder a la historia, a pesar de tener la constante sensación de haberla visto con anterioridad (un par de veces). Quizás esta facilidad existe por el recreo constante en las reacciones de los personajes a través de primeros planos y ligeros movimientos de cámara a hombro. Con esto Moodysson ha conseguido que nos queramos meter en la cabeza de los protagonistas y acabemos de construir la historia con todo lo que no pasa por sus labios. Al cabo de pocos minutos, sin saber bien como, te has quedado atrapado.
Lamentablemente, esta condición del film, y la evidente calidad de la construcción de los personajes (quizás demasiado correctos en la mayoría de las situaciones), queda eclipsada por un mensaje repetido en anteriores trabajos y un estilo que todo el mundo se empeña en desmerecer por emular un lenguaje con claro sello de la escuela González-Inárritu.
Lo hemos visto… ya se ha hecho… no es nuevo… son excusas para no tener que detenerse un instante en escuchar una intimísima banda sonora más que adecuada que refuerza a la perfección la sensación de desorientación, desencanto, soledad y necesidades personales internas. También nos podríamos haber parado a destacar un correctísimo Gael García-Bernal y una sorprendente y llena de sentimiento Michelle Williams. Todo ello sin habernos molestado a analizar cada una de las composiciones del cuadro, estudiadas (yo diría) al milímetro, y una ambientación grisácea que colorea sin esfuerzos todo lo que va pasando en tres bonitas atmósferas.
Quizás con Mamut hemos querido, tal y como estamos acostumbrados, ver o mirar el film en lugar de lo que parece que pretendía Lukas Moodyson: contemplarlo. De este modo, en lugar de hablar del estilo, el lenguaje o la historia, habríamos destacado una constante referencia a la familia de los paquidermos que no se termina de entender, un mensaje antiglobalización demasiado difuso, o un final en el que no se deja ver en qué medida (en el caso de que lo hagan) van a cambiar las vidas de los personajes.
Con todo, y ante las ganas de menospreciar todo aquello que no es novedoso, invalidar la inteligencia al utilizar referentes interesantes, o insultar la necesidad de ofrecer visiones a través de prismas ya creados por uno o dos genios del cine tocados con varita mágica, nos encontramos ante un trabajo bien hecho, correcto, de consumo ligero, y que intenta decir algo… Lo que ocurre es que, en ocasiones, tenemos pocas ganas de escuchar.
a pesar de no ser la más novedosa u original... la historia resulta ser muy emotiva. Michelle Williams borda el papel y nos demuestra una vez más que es una actriz muy potente y a tener en cuenta sin ser una súper estrella.
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